contaminar incluso a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), cuyo titular, el doctor José Luis
Soberanes, como muestra de tal talante institucional, se atrevió irresponsablemente a dictaminar que la anciana nahua Ernestina
Ascencio Rosario había muerto de anemia y no de una brutal violación tumultuaria, como fue reiteradamente probado.
¿Qué podemos decir del rosario de injusticias producto de nuestras putrefactas “procuradurías de justicia”, uno de cuyos más
recientes y vergonzosos despropósitos fue la inconcebible decisión de juzgar y encarcelar a tres mujeres ñahñuh, entre ellas
Jacinta Francisco Marcial y Alberta Alcántara, acusadas de haber secuestrado a un nutrido comando especializado de la Agencia
Federal de Investigaciones? Son de tal dimensión y generalidad las ofensas y agravios que este Estado nacional viene cometiendo contra los indios de México que tendremos que pasar muchos años en los
juicios que se acumulan, postergándose, contra un número significativo de responsables de todos los niveles que deberán ser
juzgados y castigados con el máximo rigor posible, a pesar de que hoy todavía siguen actuando como si nunca fueran a ser llevados
a tribunales cuando esta nación abjure y destruya el Estado Cínico que se apoderó de la transición mexicana.
Referencias
1 Suplemento “Mundo indígena”, Milenio, 2009-10-09.
Para citar este artículo:
Del Val, José (2009, 9 de octubre). Cinismo de Estado [versión electrónica]. Milenio. Mundo indígena (8). Recuperado el
[fecha de consulta] de
http://www.nacionmulticultural.unam.mx/portal/cultura_politica/jose_delval_20091023.html